El verano es un periodo que nos invita a hacer balance del curso aprovechando el parón de las vacaciones. Pero pensar en el curso, no significa fijarnos solo en los resultados académicos, sino en todos esos retos, dificultades y conquistas que nos hemos ido encontrando en la educación de nuestros hijos e hijas a lo largo del año. Porque la paternidad y maternidad va de eso: de analizar, corregir, adaptar la tarea educativa que tengamos con cada uno de nuestros hijos.
De la mano de Mar Romera Morón, hemos descubierto la importancia de que nuestros hijos e hijas se conozcan de verdad a través de una construcción adecuada de su autoconcepto: reconocer, aceptar y diferenciar sus fortalezas y debilidades.
Mar Romera es madre, maestra, licenciada en Pedagogía y en Psicopedagogía, especialista en inteligencia emocional e innovación y autora de varios libros sobre la educación, la infancia y la escuela, entre ellos La familia, la primera escuela de las emociones (2017), La escuela que quiero (2019), Olas en la barriga (2021) y Educar sin recetas (2022). Preside la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci y es autora del modelo pedagógico «Educar con tres Ces: Capacidades, Competencias y Corazón». Ha trabajado como docente en todas las etapas del sistema educativo.
De seguridad, autoestima real e idealizaciones va esta entrevista. Mar Romera nos ayuda a reflexionar, a hacernos buenas preguntas para poder encontrar buenas respuestas.
¿Por qué hay tantos menores con aparente “buena autoestima” y que a su vez se desmoronan ante el primer fracaso?
Ahora está muy en boga hablar de que hay que potenciar la autoestima de los menores, pero soy de las que considera que nos estamos equivocando en la manera de enfocarlo. Hay que tener una buena autoestima, por supuesto. Pero eso no justifica que se construya a base de “pequeñas mentiras” que vayamos repitiendo como mantras porque entendemos que esto los hará sentirse mejor. Que si eres alta, que si eres inteligente, eres guapa, eres, eres, eres… Construir una identidad a base de falsos conceptos de uno mismo es lo que no ayuda, por eso hay que pasar de educar en una “falsa autoestima” y educar, ayudar a construir un autoconcepto ajustado y real.
Sobreproteger, sobre regalar, sobre estimular e hiper-conectar para que “se sientan bien” son los grandes errores de esta época.
¿ Y cómo podemos cambiar ese enfoque?
Enseñando a nuestros hijos e hijas a tener conciencia de sí mismos. Si tengo un remolino en la frente, tengo un remolino en la frente. Lo acepto, me guste o no, pero no lo niego. Esa es la clave del autoconcepto, en cómo construimos el concepto de uno mismo aceptando nuestras fortalezas y debilidades reales.
Esta mirada les permite encontrar “su elemento” (Ken Robinson) y valorar las diferencias no permitiendo secuestros en creencias y tópicos que les hacen daño.
¿Qué ventajas tiene esto en nuestros hijos?
Construir un autoconcepto que se asemeje a ti mismo hace que seas consciente tanto de tus virtudes, como de tus defectos. Eso afianza la seguridad de uno mismo porque conoces tu identidad, sin distorsionar la realidad para ello. Sabes aquello en lo que eres fuerte y aquello en lo que cojeas, por lo que puedes centrarte en trabajar y potenciar esas fortalezas, como dedicarle tiempo a descubrir tu verdadero talento.
¿Han contribuido algo en esta distorsión las redes sociales?
Si construyo mi identidad en torno a una mentira, luego es muy fácil caer en la tentación de meterme un filtro en las fotos que publico. Esto no hace otra cosa que agrandar más la mentira porque confirmo que es real a través de una imagen manipulada que publico en mi perfil.
Y luego vienen los comentarios negativos…
Claro, si tengo una autoestima supersubida, inflada por esa irrealidad, de repente llegan los comentarios negativos, y es aquí cuando viene el verdadero bajón. Es importante el equilibrio en esto para que nuestros hijos e hijas entiendan que no somos perfectos y que no pueden idealizarse porque luego viene el fracaso y no lo toleran. Sobreproteger, sobre regalar, sobre estimular e hiper-conectar para que “se sientan bien” son los grandes errores de esta época.
Hay que pasar de educar en una “falsa autoestima” y educar, ayudar a construir un autoconcepto ajustado y real.
¿Qué relación tiene el autoconcepto y el fracaso?
Si yo no me conozco a mí misma, no voy a aceptar la culpa del fracaso y aceptar la culpa es fundamental. Si yo quiero subir una montaña de ocho mil metros y en los cinco mil me quedo. Si soy consciente de mi condición física y de que no he entrenado lo suficiente, tengo un correcto autoconcepto, me ayuda a entender qué es lo que ha salido mal y cómo puedo repararlo. Esa reparación está relacionada con lo que se conoce como culpa funcional, la de asumir una responsabilidad.
Precisamente en el mundo digital hay muchos menores que no asumen responsabilidades…
De ahí la importancia de educar en la culpa y la posibilidad de reparar si algo hemos hecho mal, hay que tener consciencia de ello. No solo hacemos mal y está mal lo que hacemos a conciencia, también hacemos mal “sin querer” y aquí también es necesario reconocer y sentir la responsabilidad de que lo podemos hacer mejor. Se trata de asumir la responsabilidad de mis actos para no volver a cometerlos. De ahí el sentido de la memoria y la retención del mensaje. Todo esto contribuye a su autonomía y, por ende, les ayudamos a crecer de forma sana y equilibrada, desarrollando un pensamiento crítico a la vez que ético y con valores.
Compartir: