La educación nunca es aséptica. Siempre se educa según unos principios, sean del signo que sean. Esos principios o valores, también los religiosos, expresan lo que cada uno considera bueno, aquello que hay que preservar y promover en la sociedad, más allá de destrezas y competencias. Pero ¿cuáles son esos principios que deben guiar la tarea de padres y profesores? El autor busca en este libro despertar la conciencia de la grandeza de la tarea educativa y el interés por no perder altura en el ejercicio de la vocación pedagógica.
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