Cada vez es más frecuente sentir la polarización frente a cualquier suceso, debate político, información, etc. Las redes sociales nos obligan a expresar rápidamente una opinión, incluso si está relacionada con asuntos complejos. Parece que hay que posicionarse entre blanco y negro, a favor o en contra.
Emitimos juicios sobre decisiones de otras personas, conflictos políticos, sucesos, películas o series, música. Probablemente, si utilizamos las redes sociales para acceder a información, en algún momento hayamos sentido hastío o cansancio. Este sentimiento se produce por la exigencia constante de estar al día y, también, por la pérdida de sentido reflexivo.
El mundo parece ir más rápido que nunca aunque, de hecho, se mueve a la misma velocidad de siempre. ¿Qué está pasando entonces?
Una de las explicaciones más interesantes es descubrir la clave desde la que nos adentramos en la información. Durante el final del siglo pasado, muchos pensadores y teóricos dieron forma al modo en que la información se construye y nos afecta, sin entrar a analizar las teorías, son muy interesantes las que expone Elisabeth Noelle-Neumann en “La espiral del silencio”. Un elemento común a estas teorías es descubrir que, al acceder a noticias a través de unos medios de comunicación concretos, consumimos información encapsulada y, por tanto, dirigida de algún modo hacia nuestras creencias y opiniones.
Los algoritmos han pasado a crear contextos de información que empiezan y acaban en nuestros gustos. Es normal que encontremos opiniones y visiones que respaldan nuestras creencias previas al entrar en Twitter (X), Instagram o Facebook, porque las propias plataformas saben qué pensamos sobre muchos temas antes que nosotros.
En un contexto tan poco enriquecedor, tenemos que recuperar la visión crítica y saber que la polarización de la sociedad es uno de los principales problemas de las sociedades modernas. Otro ensayo que trata sobre este tema en el ámbito universitario es “La transformación de la mente moderna”, de Jonathan Haidt y Greg Lukianoff, un libro muy interesante que explica la incapacidad de generar contextos de diálogo en el ambiente universitario estadounidense, entre otras cosas.
Nuestros hijos viven el mismo contexto con la salvedad de tener menos desarrollado el sentido crítico que nosotros. Por eso es muy importante que les ayudemos a hacerse preguntas y a cuestionar las opiniones, también de personas a las que respetan. Crear una visión propia sobre el mundo es muy importante para poder construir nuestro proyecto de vida.
Es difícil fomentar el sentido crítico en un contexto cada vez más global. Dedicar tiempo a la lectura, a pensar sobre cualquier tema antes de emitir una opinión y ser conscientes de que no podemos saberlo todo sobre todo son algunos aspectos claves para el sentido crítico. Si quieres practicarlo en casa, te proponemos crear debates sobre temas que afecten a tus hijos y pedirles que defiendan opiniones opuestas, para que aprendan a situarse en la piel del otro.
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