Comunicarnos no es una tarea fácil ¿Cuántas veces surgen malentendidos porque pensábamos que habíamos dicho una cosa y nuestro hijo o nuestra hija, o nuestro alumno no ha entendido lo mismo?

 

Esto es algo muy habitual que nos ocurre a todos, incluso cuando estamos en familia, donde se supone que tenemos una mayor confianza, todavía es más probable que surjan problemas relacionados con la falta de comunicación.

En muchas ocasiones damos por hecho que con decir las cosas es suficiente. Sin embargo, comunicar en mucho más que hablar, comunicar en familia implica que mi hijo o mi hija entiendan exactamente lo que yo he querido decirles. Que mi mensaje haya llegado a ellos.

Uno de los aspectos que nunca podemos olvidarnos a la hora de comunicarnos es que: el valor de la comunicación lo da el que escucha; no el que habla. De nada me sirve un discurso perfecto si mis hijos o mis alumnos no han entendido lo que yo quería trasmitirlesPor eso es útil:

  1. Busca el momento ideal. Para comentar cosas sin importancia, quizás no es tan necesario buscar espacios, y podemos ir un poco sobre la marcha. Pero cuando se trata de una conversación importante, es necesario reservar ese tiempo, sin prisas, donde podamos explicar, con todo lujo de detalles, lo que nos ocurre y lo que queremos.
  2. Fuera elementos distractores. Radio, televisión o pantallas… fuera. Se trata de trasmitir que tú eres importante para mí. Ahora mi atención está puesta el 100% en ti.
  3. Mira a los ojos. Aunque el órgano de la audición es el oído, para sentirnos escuchados necesitamos que nos miren, preferiblemente a los ojos. Por eso, dependiendo de la edad del niño o de la niña, en ocasiones tendremos que agacharnos o sentarnos a su lado, para que nuestros ojos queden a la misma altura.
  4. Adecua el discurso a la edad de tus hijos o de tus alumnos. En ocasiones o les hablamos de forma que no son capaces de entendernos, porque utilizamos un lenguaje muy complicado, o nos pasamos y les infantilizamos. Utiliza un vocabulario claro y cuanto más breve mejor, los niños desconectan muy rápido.
  5. Las emociones forman parte de la comunicación. No nos olvidemos que la mayor parte de los malentendidos suelen venir por cómo nos han hecho sentir determinados comentarios. Expresar cómo nos sentimos y preguntar a nuestros hijos cómo se sienten, es una buena formula para que nuestra comunicación sea efectiva.
  6. Para eso nos puede ser de utilidad aprender a dar “mensajes Yo”. Cuando comenzamos las frases con “mensajes tú”, tú hiciste, tú me dijiste, tú eres… conseguimos que nuestro hijo o hija se ponga a la defensiva, porque parece que le o la estamos echando la culpa de lo que nos ocurre. Prueba empezar por ti: “yo”, después diremos cómo nos ha hecho sentir lo que ha ocurrido, para terminar con una petición. Por ejemplo; “yo me he sentido decepcionada cuando me dijiste que ibas a recoger la habitación y veo que no lo has hecho. Te pediría que, por favor, guardes tus juguetes”.
  1. Si ellos no reconocen lo que están sintiendo, prueba a decírselo tu. Si a los adultos, a veces, nos cuesta percibir correctamente nuestras emociones y muchas veces no somos conscientes de las mismas, a los niños, que tienen un menor desarrollo de sus habilidades emocionales, aún más. Por eso, si notamos que no saben expresar lo que están sintiendo, podemos decírselo nosotros. Siendo muy cariñosos y con mucho tacto, por ejemplo, “yo creo que tienes un poquito de miedo a comenzar de nuevo el colegio. Es normal, a mí de pequeña también me pasaba, los primeros días estaba un poco nerviosa, quería saber qué profesor o profesora me había tocado, si estaría en la misma clase que mis amigas y además, este año, de momento, hay que seguir con la mascarilla, los grupos burbujas… porque seguimos conviviendo con el coronavirus…”

 

  1. No cuestionemos las emociones. Todas son lícitas, decir “no es para tanto, no te tienes que sentir así”, no ayuda. Prueba con entiendo como te sientes, y luego, entre los dos, buscar cuál sería la mejor solución para esa situación.
  2. No demos nada por hecho, muchas veces los problemas vienen porque tendemos a pensar que nuestro hijo o hija debería haberse dado cuenta, o haber sabido algo. Importante: nadie es adivino. Hay que pedir y decir las cosas. Tu puedes creer que es obvio que hay que quitar la mesa y que es mejor hacerlo entre todos, pero si no se lo pedimos, puede que no lo hagan de manera natural.
  3. El respeto siempre presente. ¿Si en nuestra familia suelen estar las personas más importantes de nuestra vida? ¿por qué en ocasiones pagamos con ellas nuestro malestar por temas laborales, de amistades o por nuestras preocupaciones? Antes de hablar, piensa cómo les vas a hacer sentir, y nunca olvidemos el “por favor” y las “gracias”. A nadie nos gusta que nos manden de malas formas y que no nos agradezcan lo que hacemos por los demás. Establezcamos esta norma en nuestra familia y en clase. “Nos trataremos con respeto y pediremos las cosas siempre por favor y daremos las gracias.”
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