La llegada del otoño trae consigo muchos cambios, pero lo primero que notamos es el descenso de temperaturas. También los días se vuelven más cortos y las agendas de planes familiares del fin de semana se vuelven algo más reducidas, lo que nos lleva a pasar más tiempo en casa.

Este nuevo escenario estacional es un momento perfecto para implantar o reforzar un hábito en nuestros hogares con múltiples ventajas, como es la lectura.

Ya sea solos o en compañía de la familia, el hábito de leer es una inversión valiosa en el desarrollo emocional, cognitivo y social de los más pequeños. Para los adultos, la lectura no solo es una forma de relajarse, sino también una oportunidad para aprender algo nuevo o disfrutar de una historia interesante.

En un mundo lleno de pantallas, la lectura ofrece un espacio íntimo para el diálogo, la imaginación y el aprendizaje que muestra a los más pequeños que el entretenimiento no solo está en los dispositivos digitales, mientras nos ayuda a reducir el consumo tecnológico familiar.

— ¿Qué recomendarías para iniciarse en la práctica de lectura? , ¿cuándo empezar? 

— Casi cuando el bebé está en la tripa, con nanas y canciones que les transmitan dulzura a través de la voz y las palabras. De 0-2 años, pueden tener ya su primer pack de lecturas, con libros para bañarse con ellos, de peluche con texturas suaves… Hay librerías especializadas en literatura infantil, donde puedes encontrar joyas, como El Dragón Lector. En esas edades, recomendaría hacerles una pequeña biblioteca en su habitación, aunque sea una pequeña estantería o cesto, que esté a su altura y que se acostumbre a tener sus libros, casi como un objeto de juguete, con los que se van encariñando.

—¿Cómo prepararles en la etapa de Infantil, para ser buenos lectores en el futuro?

— A partir de los 3 años, el álbum ilustrado es ideal, con poca letra y como lectura compartida (leído por el papá, la mamá, una abuela, un hermano mayor…). Es un buen antídoto para evitar que a esa edad estén frente a una pantalla consumiendo contenido ya ‘hecho’. Algunos niños piden siempre que les lean el mismo cuento. Según los psicólogos, cuando el niño sabe lo que va a ocurrir en la historia, les da seguridad. Esa narración, aunque esté en un libro, es suya.

Y cuando llegan a Primaria, ¿qué es importante tener en cuenta?

— El libro tiene que ser un medio para pasarlo bien. Es bueno dejarles elegir según sus gustos: a algunos les encantan los dinosaurios, a otros los piratas… Se pueden combinar textos un poco más largos que los padres les lean en voz alta; y la lectura individual. Para niños de Primaria existe todo un mundo de libros. En primer lugar, la literatura clásica: les da mucha riqueza de vocabulario y de narrativa. Aunque es un reto, está comprobado que les hace crecer. En segundo lugar, la literatura en la que están muy presentes las emociones de los personajes, que favorece a su autoconocimiento. El libro hace de espejo: les facilita asomarse a su interior y a descubrirse. En tercer lugar, los libros de autores actuales. Ahí se dan cuenta de que los libros no son algo del pasado, sino que pueden conocer a los autores y preguntarles cosas en un evento organizado por el colegio o en una librería, etc. Tener un libro en casa en papel es una inversión. Además, el libro puede ser el punto de partida para otras experiencias estéticas: por ejemplo, leer el cuento “El gato con botas”, y luego ir a ver la obra de títeres en el Teatro Real.

¿Cómo fomentar, desde la familia, que aprendan a valorar los libros?

Junto lo dicho anteriormente, los padres pueden ir a una librería con ellos, a un cuentacuentos, o a las actividades organizadas en bibliotecas municipales. Incluso hacer libro fórums entre amigos de la misma edad; o compartir libros entre compañeros.  Es importante que los padres se informen de qué están leyendo tus hijos. Hay una categoría denominada Young adult, con títulos que están leyendo menores de 12 años, con violencia injustificada, con problemáticas complejas… Hay géneros que despistan, como los cómics, que pueden parecer dibujos inofensivos, pero muchas veces no lo son. Recomiendo asesorarse y preguntar a personas que sean para nosotros referentes. La palabra impresa tiene mucha fuerza, tiene autoridad. Si solo alimentamos lo negativo y traumático, posiblemente nuestra mirada hacia el mundo sea así.

La gran pregunta: ¿cómo hacer para que en la adolescencia no dejen de leer? 

—Si han adquirido el hábito lector anteriormente, es más fácil que les guste y no se ‘desenganchen’. En esta nueva etapa, pienso que es muy relevante que los padres no se desvinculen de lo que leen sus hijos. A veces me dicen: ¡mi hija es muy lectora! Y, ¿qué lee?, ¿lo que le recomienda su compañera o la hermana mayor de su amiga? Es bueno que no lea cualquier cosa, sino que lea cosas que le nutran. Dice José Ramón Ayllón, escritor y autor de novelas juveniles, que te das cuenta enseguida de las personas que leen buena literatura. Por cómo se expresan, cómo son capaces de reflexionar y argumentar. Y eso es también misión de los padres: igual que no se le da al hijo cualquier comida, lo mismo en la literatura, con lecturas interesantes que les aporten.

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