¿Qué es la frustración? ¿Cómo puedo manejarla? ¿Puede la frustración traumatizar a mi hijo?

Seguro que te has preguntado esto muchas veces. Y cuando se trata de limitar el uso de las pantallas, encontramos que esta emoción aflora en nuestros hijos con más frecuencia de la que nos gustaría. Como en otras áreas de la educación, las pantallas nos brindan una buena oportunidad para seguir educando las emociones.

LA FRUSTRACIÓN, UNA EMOCIÓN NECESARIA

Hemos desarrollado la creencia de que las emociones negativas son malas. Creemos que el sufrimiento nos vuelve personas taciturnas y oscuras, pero esto no siempre es verdad. Todas las emociones son necesarias y cada una tiene su función, también las menos agradables.

La frustración es una sensación desagradable que aparece cuando algo se interpone entre mis objetivos y yo. Este malestar nos impulsa al cambio, nos motiva para encontrar la solución que nos permitirá alcanzar el objetivo; es decir, la frustración tiene una función y nos puede resultar útil si aprendemos a manejarla.

Algunas estrategias adecuadas para manejar la frustración son:

Hablar de ello: las personas encontramos alivio en la expresión de las emociones negativas porque nos sentimos comprendidas y apoyadas. Esta respuesta del entorno nos hace sentir seguros ante lo que percibimos como una amenaza del bienestar. Contar nuestras cosas y recibir una respuesta acogedora, contrarresta el malestar provocado por la frustración. Por otra parte, al compartir mi preocupación tengo más posibilidades de encontrar una solución adecuada ya que ‘dos cabezas piensan más que una’.

Analizar el problema y buscar una solución: como ya hemos visto, la aparición de un sentimiento negativo puede estimularnos positivamente. Nuestras facultades se centran en remediar el conflicto, aumentando la probabilidad de encontrar una solución adecuada.

Templar la emoción: a veces la frustración genera tal impacto emocional, que lo más adecuado es dejar que se enfríe antes de decidir qué hacer.

LA ANTICIPACIÓN:

UNA ESTRATEGIA EFICAZ PARA LAS RABIETAS Y REACCIONES DESPROPORCIONADAS POR PANTALLAS

La rabieta o reacción desproporcionada por el contrario no puede considerarse una estrategia adecuada para manejar la frustración porque:

Lejos de obtener la comprensión y el apoyo del entorno, generamos desconcierto y enfado, añadiendo más conflictos a la situación inicial.

Ante la agresividad es habitual que los que me rodean huyan, evitando el peligro que supone alguien fuera de control, lo que me hace sentir solo e incomprendido.

Pierdo la oportunidad de que los demás quieran ayudarme.

Normalmente, cuando perdemos el control, nos sentimos culpables y esto aumenta nuestra frustración.

Es decir, con la rabieta lo único que consigo es continuar con el mismo conflicto añadiéndole incomprensión, culpabilidad, soledad y más frustración.

En la medida en la que las rabietas aumentan el sufrimiento del niño, lo más indicado es evitarlas y lo mejor para ello es la ANTICIPACIÓN: el niño va a sentirse frustrado al dejar de utilizar la pantalla; por lo que contamos con una oportunidad de oro para enseñar a nuestros hijos a manejar la frustración.

PAUTAS POR TRAMOS DE EDAD

Niños sin dominio del lenguaje (hasta los 3 años)

La exposición a pantallas debe ser mínima. En este periodo, es difícil trabajar habilidades para manejar la frustración por su escaso dominio del lenguaje. Lo mejor es tener rutinas claras que el niño puede aprender. Esto le permite predecir lo que va a ocurrir y, al disminuir la incertidumbre, disminuimos la ansiedad y la probabilidad de rabietas en general.

Si aparece la rabieta

Permaneceremos firmes pero calmados; no podemos devolverle la pantalla ni negociar con él porque estaríamos dando por buena la rabieta, pero tampoco podemos gritar ni perder el control porque estaríamos

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